miércoles, 18 de febrero de 2015

VIVIENDO EN EL PASADO.

Rechazó por siempre aquella palabra, no quería saber que existía, le dijo adiós y la quedó en el olvido.
Aquella palabra que tantas veces le había hecho estremecerse de locura, de dolor, de pasión, de alegría, de tristeza...simplemente ya no creía en ella.
Todo terminó cuando pudo sentir otros labios despidiéndose en los suyos, con un amargo beso pronunciando un doloroso lo siento, todo se paró para Sara en aquel instante, excepto su corazón, éste latía con más fuerza que nunca, parecía que se le iba a salir del pecho, cada latido derramaba una gota de sangre, que producían las lágrimas que poco a poco creaban un camino en su rostro sin ningún rumbo. Un sinfin de detalles guardaba ahora en sus pensamientos, esos detalles que día a día iba intentando ahogarlos en el olvido, aquellos que siempre sacaban de alguna otra parte más fuerza que Sara y volvían de nuevo a formar parte de su vida, de su pasado.
Cerraba los ojos y en su mente tan solo venían momentos inolvidables, momentos llenos de magia, que en realidad no quería destruirlos sino revivirlos de nuevo. No todos eran buenos aunque siempre abundaban éstos, pero hasta los malos los recordaba con ternura.
Necesitaba ver de nuevo aquellos ojos negros que un día la enamoraron y que terminaron con la existencia de aquella palabra...del amor.
Pensaba muchas veces que no se merecía derramar ni una sola lágrima más por el amor pasado pero como suele ocurrir nunca los sentimientos y pensamientos concuerda, todo lo contrario frecuentemente chocan.
Y ahora tumbada en la cama, alargando cada suspiro, los cuales parecían ser los últimos de su vida, naufragaba entre sus recuerdos. Miles de fotos observaba en aquel instante, mil y una fotos en las que tan solo están él y ella, el inmenso mundo se reducía en aquel momento en tan solo dos personas. Se fijó ahora en una especialmente, en aquella, le encantaba esa fotografía, era una foto más ante cualquier persona pero no ante sus ojos. La miró de arriba abajo y de nuevo se deslizó suavemente una nueva lágrima. Aquella imagen le inspiraba confianza, seguridad, cariño...en fin todo lo que un día tuvo junto a él. Se atrevió a mirarle a los ojos, y sin evitarlo esbozó una sonrisa que destacó entre su rostro melancólico. Aquellos ojos llenos de vida, le encantaba aprovechar cada segundo al máximo, y eso lo podía leer en su mirada, nunca aceptaba un no por respuesta, nunca se rendía, siempre conseguía sacar de ella todo lo que tenía, siempre sonriendo y viendo el mundo desde una perspectiva diferente de la de los demás; quizá fuese eso lo que hizo que se enamorara completamente de él...quizá fuese aquellas ganas de vivir que le transmitía, las que ahora no tenía y las echaba de menos.
Giró la cabeza para observarse a ella misma, y se dio cuenta que el tiempo no jugaba a su favor, ahora tenía un aspecto tenebroso, el rímel de sus ojos le manchaban parte de su cara, un pijama viejo tapaba su joven figura y aquel desastroso peinado dejaba mucho que desear. Parecían personas distintas, pero no era así, estaba tumbada en el césped junto a su chico, demostrando a la cámara una sonrisa deslumbrante, la cual hacía mucho tiempo que no veía, miró sus ojos y pudo ver en ellos la llama del amor, aquella llama que aún seguía encendida. Deslizó de nuevo su vista hacia la mano, ésta estaba agarrada a la de él, le dio la sensación por unos minutos que estaban ahora mismo juntos, juntos de nuevo, no había distancia, la mayor distancia que había eran sus miradas, recordó sus caricias, recordó sus te quieros que le repetía una y otra vez y que le hacían subir a una nube de la que le daba pánico bajar, recordó su olor, una mezcla entre dulzura y sensaciones inexplicables, un olor que le caracterizaba a él.
Cerró los ojos y sin querer saber lo que hacía, rompió la fotografía en dos. En la mitad en la que aún seguía la presencia de él, se la acercó a los labios y le dio un beso, puso su dedo índice en los suyos y pronunció un -no te olvidaré- que carecía de sentido para cualquier persona que no la hubiese estado observando desde un principio. Después ojeó rápidamente las demás fotografías y se levantó de la cama para guardarlas en un cajón.
Sentada ahora en el suelo se acordó de la última noche, aquella noche donde todo terminó; estaban en el mismo lugar donde se conocieron, pero ya no había aquella ilusión y ella lo sabía, se dio cuenta que ya no era como antes, que desde hacía semanas no la miraba con los mismos ojos, supo que había conocido a otra persona que le hacía ahora feliz, pero tal vez por cobardía, por miedo a perderle, no aceptó la realidad, sin embargo sabía que él se lo acabaría diciendo y así fue, aquella tarde de invierno pudo escuchar de su boca que ya todo había acabado, que la quería porque el roce hace el cariño pero que su llama del amor se había apagado. Y ahora sentada en el suelo, perpleja, aceptó la realidad y desde lo más profundo de su corazón le deseó todo lo mejor a aquella persona que en su día le había hecho la chica más feliz del mundo. Se secó las lágrimas y se dispuso a salir a la calle después de haberse arreglado, pues si algo necesitaba era recuperar el tiempo pasado de aquellas semanas perdidas. Necesitaba aprovechar cada segundo como un día le enseñó una persona, a la cual siempre guardaría como su primer ¡Amor!

Anabel, hermana.
































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