miércoles, 9 de diciembre de 2015

Nunca es tarde pa comerte la vida de un solo bocao! (Por los días de realidad)

Para encontrarse no quedan más cojones que perderse. Y la verdad es que no hay cosa peor que desequilibrarse en algunos momentos de la vida, no ser capaces de visibilizar nuestro interior. Por eso, al encontrarnos por fin a nosotros mismos, se abre el camino a disfrutar. Tardó pero ha llegado, bendita felicidad. 
Vi abiertas en mí muchas ventanas, tantas como cerrojos en mi alma. Por eso, te digo, no fue fácil, pero desbrocé los senderos de mis sentimientos, mis costumbres, mis pasiones, mi inteligencia o sensibilidad, y lo logré. No sé cuándo me perdí exactamente, pero sí recuerdo cuándo me encontré. Lo hice al poder ver aquello que realmente impedía que avanzase, que no me dejaba disfrutar de mis verdaderas pasiones, que no me dejaba continuar ni salir de ese estado negativo de ánimo. 
De todas formas, gracias. De verdad, a ti, por ayudarme a ver en tus ojos que no merecía la pena que los míos llorasen. Y es que de los ojos emerge toda la gama afectiva; hablan del amor, de ternura, pasión, desagrado, de sorpresa o melancolía, ¡dicen tanto unos ojos! Y qué poco decían los tuyos la última vez que nos vimos… tan poco que ni siquiera señalaban deprecio, sólo indiferencia.
Y es que eso no merece la pena perseguirlo, algo vacío no llevará nunca a nada gratificante. ¿Lo que si merece la pena? Sonreír, ser feliz, equilibrarse. Segura de quien eres, de quien quieres ser, de tus metas, tus valores, tu 'yo' más íntimo y a la vez más externo. Quererte a ti por encima de todo (y a los tuyos). ❤



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