lunes, 25 de agosto de 2014

Sé que en momentos de furia o en esos momentos en los que decaigo puedo pensar en abandonar todo esto, ponerle un punto y final a nuestra historia.. Pero en frío se me pasa, y es que no puedo compararte con nadie, a estas alturas ya no. Y sí, sé que hay más peces en el mar, muchos más,  pero ninguno será tan especial como tú, ninguno será un copito de nieve en invierno y en verano. Nadie igualará la felicidad que siento al estar en tu cuarto y que empieces a vestirte, a ponerte una de tus camisetas mientras hablas conmigo, esos momentos en los que la otra persona no se da cuenta pero tú la observas detenidamente, te quedas analizando la situación, esa bonita sensación de haber creado una historia inigualable con alguien, de hacerlo todo con alguien, hasta elegir qué camiseta te pondrás hoy.  Y es que a veces lo bonito está en los pequeños detalles del día a día, en saberme tu sonrisa de principio a fin, en saber cómo vas a reaccionar en cada situación o incluso qué vas a decir en cada momento. Que lo mejor son los abrazos inesperados, los besos para callarme de una vez, las cosquillas que hacen que te reboces por el suelo de mi casa, los chopitos que te doy cuando estás empanado o que me cojas y me eches a tu espalda porque crees que vas a matarme y que no puedes más. Que brindo por las cosas que tenemos en común, por decir las frases al mismo tiempo y echarnos a reír, pero sobre todo brindo por ese futuro que hace mucho construimos y tiene que hacerse realidad. Hablar, cantar, reír, soñar, caminar, dormir, hacerlo todo juntos, el uno con el otro.

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