lunes, 24 de noviembre de 2014

Gracias, por esta carta y todo lo demás.

Mi vida codicia cosas bellas, un oasis de encanto, una búsqueda, una carrera en pos de las golondrinas, un despertar al amanecer con el cielo veteado de coral. Mi vida codicia cosas como tú, y tu sonrisa roja y tu canción alegre. Aunque tus ojos agiten en ocasiones indiferencia y el sentido de tus frases no esté todavía muy claro, aún así...
Es muy triste que olvides en algún momento la belleza que hay en tus gestos, los diamantes que a veces rechazas por simples flores, cuando toda tú eres libre, cuando  eres tú la inspiración de cualquiera para correr descalzo por la hierba dulce. Todos hemos compartido contigo momentos inolvidables y todos te queremos porque eres tal como eres, nos hemos acostumbrado a tu caminar y hemos visto cosas en ti de las que aprender. Ojalá podamos ser algún día lo que tú has sido, el rayo de luz que atraviesa las lágrimas volviéndolas bellas como prismas de cristal de tonos irisados.
¡Te queremos tanto! Cuando la amistad es liviana como el aire, es por alguien como tú. Gracias por ser nuestra amiga.

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